En mi segundo día en Florencia, después de pasarme el día entero disfrutando de la ciudad, recorriendo sus callejuelas y parándome en los cafés a escribir y a degustar la magia de los cafés italianos, conocí a una chica en el gimnasio del campus universitario en el que estuve hospedándome aquellos días. Anna, 22 años, estudiante de ingeniería.
Cuando llegué, había dos chicas jóvenes entrenando. Por un momento pude verme reflejada en ellas; ese yo del pasado que dejé atrás sin darme cuenta y que solo, cuando nos encontramos cara a cara con momentos así, sentimos el peso del paso de los años.
Una de las dos jóvenes aparentaba una seguridad que no tenía, apoyándola en su físico. La otra, parecía perdida, desmotivada, obligándose a estar allí para intentar ganar la batalla contra su físico. Sonreí a ambas, pero solo una de ellas me devolvió la sonrisa. ¿Adivinas cuál?
Me gusta acercarme a la gente con una sonrisa. La sonrisa es la distancia más corta entre dos personas. Es un invito a la conversación, al acercamiento, abre la puerta al diálogo y a la amabilidad.
Cuando su compañera abandonó la sala, esta se acercó, vergonzosa, entre bromas a hablar conmigo. Me preguntó sobre mis entrenos, había estado mirándome y quería saber si podría darle algunos consejos. Cuando algo así sucede, me siento bien, ¿qué mejor ejemplo hay de sororidad que una mujer apoyándose en otra y buscando en ella una mano amiga?
Reconocer aquello que brilla en el otro es un arte que no todos sabemos llevar a cabo. La gran mayoría de las veces preferimos utilizar la crítica como mecanismo de defensa para que nuestra autoestima no se vea afectada, eclipsada por otra persona. Halagar a quien tenemos al lado, sin conocerlo de nada muestra una gran cualidad de quien regala el halago.
Charlamos un rato, le conté sobre mi, sobre el por qué estaba allí, y ella empezó a abrirse conmigo.
Soy escritora y viajera, trabajo como TCP y soy psicóloga y Coach deportiva.
Le extrañaba que estuviese sola en Florencia en aquel momento:
¿Cómo lo haces, lo de viajar sola? ¿Qué haces durante todo el día? ¿A qué lugares has viajado sola? Yo creo que no podría.
Sus preguntas dejaban entrever sus rasgos de personalidad -gafes del oficio de una psicóloga-.
Yo también voy al psicólogo, ¿sabes? Sufro de ataques de pánico.
En momentos así, se despierta en mi ese rol de hermana mayor que nunca tuve, y quise regalarle, aquello que yo llamo, pequeñas píldoras del bienestar, para utilizar cuando se sintiese mal. Mis consejos hacia ella fueron:
- No te encasilles ni te etiquetes. No te digas a ti misma que eres algo o que no lo eres. Puedes ser lo que quieras ser. Solo tienes que creer en ti, decírtelo a ti misma, actuar como tal.
- Todos los días al levantarte mírate al espejo y di: Soy fuerte, soy guapa y soy inteligente. Sonríe. Cada día es una nueva oportunidad.
- Estos días, antes de irte a dormir o nada más levantarte haz una lista de todo lo bueno que hay en tu vida. Todo aquello que agradeces.
- Para que los entrenamientos sean efectivos debes tomártelos como algo positivo, como algo que va a fortalecerte, y hacerte ganar autoestima, conocer más tu cuerpo, pasar más tiempo con él, cuidándote a ti misma, conociéndote. No como algo para castigarlo. No debes luchar contra él, porque no te guste o porque no lo quieras. Debes aprender a amar tu cuerpo, normalizar todo aquello que hay en él, las curvas. Somos mujeres y es parte de nuestra constitución.
- Son los pequeños detalles los que marcan las grandes diferencias.
- Vete de Erasmus, vete de Aupair. Fueron las mejores experiencias que pude vivir. Hazme caso, no te arrepentirás.
- Viajar sola te hace autosuficiente, fuerte, valiente. No es para todo el mundo.
- Haz aquello que creías que no serías capaz de hacer y veras que una vez que lo hayas hecho te sentirás aun mejor que antes. Desconoces la fuerza y las capacidades que hay en ti hasta que no las pones en práctica.
- Lee todos los días un capítulo.
- La vida es demasiado corta para que te prohiban vivirla. Solo tienes una vida, debes conocer gente, salir, entrar. Y si la persona que está a tu lado no te apoya en ello, déjala, personas hay muchas, pero vida, solo una.
- Todo pasa por algo. Las situaciones difíciles y complicadas te fortalecen, agradécelas, te hacen dar pasos y llegar a lugares que sin ellas no llegarías. Con el paso del tiempo lo entenderás, verás con perspectiva a donde te han permitido llegar, conseguir y ser. Tómatelas como una oportunidad de fortalecimiento y de crecimiento.
Me sentí bien hablando con ella. Verme reflejada en ella, en aquella versión de mi misma que dejé atrás, y la persona en la que me he convertido, en la que he evolucionado. Hablar con las personas, ayudarlas, es una forma de ayudarme también a mi misma. Nunca desperdicies una oportunidad de darle la mano a alguien, no sabes lo importante que esa pequeña charla puede ser para la otra persona.
Becca Lago