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La gioia di vivere: Florencia (parte I)

Florencia traver writer

F L O R E N C I A

Este viaje no es como los anteriores. No es el proceso de descubrir un nuevo lugar, desconocido. Este viaje es, volver a un viejo lugar con una nueva mirada. Reconocerlo, reconocernos. Es volver a la ciudad que me enseñó a enamorarme de mi misma mientras me enamoraba de ella. Es reencontrarme con la persona que un día fui.

 

Como David Lynch dice, meditar es bucear bajo la superficie y encontrar las ideas que nadan, como si fueran peces, tranquilos en el fondo. Este viaje es reencontrarme con aquella persona que un día fui y darme cuenta lo que queda de ella. Es bucear bajo la superficie que soy ahora para hallar aquello que un día fui. Es recordar la sensación de felicidad del primer viaje, la primera vez que saboreé la libertad. El paso de los años y de las circunstancias nos hacen cambiar, inevitable y sutilmente. Hoy vuelvo a la ciudad que edificó mis sueños. Y recuerdo la felicidad de aquellos días. Aquella sensación de que mi vida estaba solo empezando, de que mis sueños eran tan grandes como la posibilidad de que se cumplieran. Aquella joven que salía del cascarón con 19 años, tras terminar su segundo año de carrera, sin hablar el idioma, y que se aventuraba a pasar un verano en la Toscana trabajando de Aupair antes de empezar su tercer año de universidad gracias a un programa Erasmus. La universidad sembró un cambio cualitativa en mi. La influencia de los profesores, que fueron grandes mentores, que me guiaron y me impulsaron a vivir, mientras la psicología empezaba a darme las herramientas necesarias para edificar mi vida y la versión de mi misma con la que siempre soñé.

Todo era posible.

Podía diseñar mi vida.

Volver aquí me recuerda lo extraordinaria que ha sido y es mi vida. Me siento orgullosa de los pasos que he dado, y a veces es bueno recordarlo.

Volver aquí es un proceso terapéutico. Reencontrarnos con una parte de nosotros que parece haberse desvanecido resulta enriquecedor.

Gracias a la ciudad de los puentes sobre el Arno, a esta obra de arte Renacentista.

Aterrizo en Florencia y mientras el tranvía me dirige a mi destino observo las calles y los edificios que aun hoy, me siguen pareciendo tan familiares.

De alguna manera, aunque llevemos años sin usarlas, las imágenes y los mapas mentales, los recuerdos inconscientes permanecen almacenados en nuestro cerebro y van desvaneciéndose muy lentamente.

Me reglo una cita conmigo misma. ¿Lo primero que hacer en Florencia? Comerte una pizza en un típico restaurante italiano.

Y de postre, paseos por el centro.

 

 

Becca Lago


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