¿Crecer o ser feliz?
Muchas veces nos encontramos en la encrucijada de tener que tomar una decisión importante para nuestra vida. Decisiones del tipo, si aceptar, continuar o cambiar de trabajo, iniciar, seguir o terminar con una relación de pareja, mudarnos y empezar una nueva vida o seguir allí donde nos encontramos, entre muchas otras.
Cuando llegamos a este punto de nuestra vida, en el que somos capaces de cuestionarnos si el camino que debemos tomar es aquel que nos haga feliz o aquel que nos haga crecer es porque, al menos, hemos alcanzado un cierto punto de madurez emocional. La madurez emocional viene acompañada de cuestiones de este tipo, que a veces pueden causarnos malestar o intranquilidad. Pero como decían, todo talento requiere de un cierto compromiso y todo arte, de sacrificio.
En momentos así, si recurrimos a los recursos interiorizados, provenientes de ideas, filosofía de vida o creencias culturales, nos encontramos, muchas veces, con información contradictoria. Pues por un lado, la famosa filosofía positiva nos aconsejaría que la decisión se basase en aquello que nos traiga la felicidad -inmediata, suponemos-, pero en cambio, la educación y el crecimiento, que es lo que prima a lo largo de toda nuestra vida, nos haría decantarnos por buscar tras la decisión el aprendizaje.
En mi opinión, el quid de la cuestión es entender el verdadero significado de la felicidad. La felicidad no es la meta a la que llegamos al final del camino, que nos espera, como la cima al final del sendero. La felicidad, forma parte del recorrido, tanto en el inicio, como durante el transcurso y la meta. La felicidad es una forma de ver la vida, con agradecimiento sobre aquello que viene; es una forma de entender que vendrán momentos buenos y no tan buenos; es una forma de ser libre aun cuando no siempre podamos decidir sobre las circunstancias que nos sobrevengan; es una actitud de sabiduría y aprendizaje constante, de madurez, emocional y espiritual. La felicidad es algo que se experimenta solamente en el presente.
Por tanto, tomar una decisión dejándonos llevar solamente ‘por la felicidad’ que creemos que pueda traer es un error, pues detrás de esta idea, se encuentra la creencia de que la felicidad nos espera en el futuro y no en el presente, como ya hemos comentado.. En cambio, tomar la decisión de escoger el crecimiento y el aprendizaje, nos aportará la felicidad de elegirnos a nosotros mismos, de regalarnos sabiduría y fortaleza, empoderamiento y conciencia. Pues no hay más feliz que el que se conoce a sí mismo y conoce cómo funciona la vida.
Por lo cual, en mi opinión, necesitaríamos una combinación de ambos. No hay decisión que tomemos que no suponga aprendizaje, y no hay aprendizaje que a su vez no aporte felicidad. La importancia de entender el verdadero significado de la felicidad nos ayudará a descartar las dudas dentro de la encrucijada en la toma de emociones. Optaremos siempre por el crecimiento personal. A largo plazo la felicidad seguirá a nuestro lado.
Becca Lago