Desarrollando nuestras fortalezas: Aprender a ver vida a través de las gafas de la gratitud.
La llave del éxito no está tanto en esperar a la persona perfecta, al momento adecuado, a estar preparados para dar el paso, y a conseguir la vida que soñamos. E
stá en aprender a enamorarnos de nuestra realidad y de nosotros mismos.
Está en practicar la gratitud diariamente.
Y en valorar aquellas personas que son hogar para nosotros.
Está en aprender a apreciar la magia de la cotidianidad.
En darse cuenta de que los mejores días no siempre son aquellos que pasan grandes cosas, sino que son aquellos en los que todo se mantiene en esa tranquila cotidianidad, con las personas de siempre, con la rutina de siempre.
La llave del éxito está en aprender a ver la realidad desde una nueva perspectiva.
Aprender a apreciarla antes que a intentar cambiarla.
Nos equivocamos. La vida no está echa para ser perfecta, está hecha para ser feliz.
No se trata de crear una realidad perfecta, sino de aprender a ver nuestra realidad a través de las gafas de la gratitud.
La perfección no existe.
¿Y sabes una cosa?
Menos mal. La vida feliz es aquella que se vive despeinada, sin contar las calorías y abrazando nuestras bellas imperfecciones, que nos hacen únicas, valientes, fuertes y empoderadas.
La vida feliz es aquella resiliente.
No podríamos desarrollar la bonita capacidad de la resiliencia si toda nuestra vida fuese fácil.
Gracias a la vida, y a los imprevistos, a las olas y a las tempestades, a los días de lluvia y de tormenta que me regalaron la oportunidad de convertirme en resiliencia.
Que me dieron la oportunidad de convertir en arte mis cicatrices.
Que me dieron la oportunidad de ser fortaleza y, de poder servir de muro, de bastón, de peldaño, de mano amiga, a ciertas personas de mi alrededor cuando lo necesitan.