Verás, la vida no siempre es cómo a cada uno de nosotros nos gustaría.
Muchas veces quisiéramos que pasasen ciertas cosas, o que ciertas personas actuasen o dejasen de actuar como lo hacen o como nos gustaría que lo hiciesen.
Pero déjame que te diga una cosa:
No podemos cambiar a las personas ni su comportamiento. Sobre todo cuando estas no quieren.
Hay cosas que no están en nuestra mano.
Y eso implica, por un lado, que esas batallas no te pertenecen y por tanto, no necesitas cargar con ellas.
Y por el otro, que preocuparse no va a llevarte a cambiar esa situación.
Aquello que cambia las situaciones es ocuparse, no preocuparse.
Y solo podemos ocuparnos en aquello que tiene solución y en aquello que está en nuestra mano hacer.
Ante una situación que te preocupa, retrocede un paso.
Te darás cuenta que la mayoría de las situaciones por las que nos preocupamos, no tienen que ver directamente con nosotros, o que si lo tienen que ver pertenecen al futuro, o al pasado, o que tal vez no tienen solución, y por tanto preocuparnos no nos acerca a ninguna meta sino que nos ancla en un presente inestable.
Por todo ello, cuando te asalte la preocupación:
1. Posponla
No te dejes arrastrar por la corriente de pensamientos.
Al día tenemos más de 400.000 pensamientos.
¿Y sabes una cosa?
No eres lo que piensas.
Aprende a tomar un papel activo en el control de tus pensamientos.
2. Cambia el foco:
No puedes controlar lo que pasa a tu alrededor, a las personas o a las situaciones que te gustaría que fuesen diferentes.
Ni lo intentes, de esta manera solo quedarás exhausta y frustrada tras no haber podido conseguirlo.
Pero ¿sabes una cosa?
Hay algo que sí está en tu mano:
3. Cambiar la actitud con la que percibes y afrontas estas situaciones.
Sí está en tu mano no dejarte arrastrar por la corriente de cualquier pensamiento que venga a tu mente.
Los pensamientos vienen y van, pero tú decides cuáles se quedan y cuáles alimentas.
Como cuando estás viendo la televisión y un sinfín de anuncios pasan ante ti, tú dedicas a cuáles prestar atención y a cuáles no.
No seas un espectador pasivo de tus pensamientos, sino un creador activo de estos. Decide cuáles se quedan, y cuáles se van. Decide en cuáles establecer tu atención y cuáles dejar que se vayan de la misma manera que han llegado.
A lo largo del día tendremos millones de pensamientos. Solo por estadística, un número de ellos serán positivos, otros negativos y otros neutros o irrelevantes.
Dependerá de ti cuáles quieres retroalimentar y dejar que se instalen en tu mente por un periodo de tiempo limitado.
4. Ocúpate
Cuando te asalte una preocupación posponla y ocúpate. Haz otra cosa. En ese momento, la preocupación se irá tan pronto como ha llegado.
No subestimes el poder de tu atención.
Aquello a lo que prestes atención, crecerá, en importancia.
Entrena hoy en qué focalizas tu atención.
Becca Lago
Si te ha gustado el artículo apoya mi contenido aquí: