Mi último día en NY. Lo agridulce de las despedidas.
Las ganas de volver a casa y la nostalgia por dejar atrás la aventura, tu nuevo lugar, tu nuevo hogar. La ciudad me regala un nuevo día de sol. Los rascacielos brillan dejado paso a un cielo rosado. Preparo la maleta saboreando el momento, con los flashbacks de los recuerdos vividos en este lugar. Me siento, una vez más en la ventana para escribir admirando a la ciudad de fondo.
Camino calle abajo por la avenida Broadway queriendo almacenar en el recuerdo cada detalle de este lugar, antes de que pueda volver de nuevo a él. Un café americano para llevar, hasta la parada del ferry en el muelle de Astoria. Mi último día en la ciudad decido coger de nuevo el ferry, disfrutando del cálido sol de finales de septiembre, mientras contemplo desde el East River, Brooklyn, Staten Island y Mid-downton Manhattan. Vivir en NY es vivir en un sueño, en una película constante allá donde mires.
Me bajo en Wallstreet- Water street- y me dirijo a Elevated Acre donde desayunaré bajo el sol. Una mañana de sol, de escritura y de desayunos entre rascacielos es uno de mis mejores planes para despedir a la ciudad.
Al terminar, camino por Church street & Broadway avenue, entre los rascacielos de Wall Street, entre los transeúntes que un martes por la mañana se dirigen a sus oficinas entre pausas para cafés y almuerzos de media hora patrocinados por los food trucks de cada esquina. Oleadas de turistas adornan el Toro de Wall Street, la entrada al museo de los indios americanos, la estación del metro de Battery park en dirección a la Estatua de la Libertad, el World Trade center y el monumento al 911, esquivados por neoyorquinos que disfrutan del bullicio de la ciudad, entre cláxones y humeantes alcantarillas del metro saliendo a la superficie.
Pasando por Tribecca y por el Soho decido acercarme a Little Italy para disfrutar de la fiesta de San Gennaro que adorna el barrio italoamericano.
Un iced-latte de Starbucks me acompañará en el recorrido entre cagnoli y barracas de comida italianas. Ya, temprano, el barrio transmite vitalidad. Al medio día vuelvo a casa, a Astoria. Una rápida sesión de gimnasio y un almuerzo sobre la mesa del salón con Los Simpson de fondo mientras empieza a caer el sol de las tres de la tarde llena de nostalgia ese momento.
Recojo mis cosas y me despido del que fue mi hogar durante unos días. Camino despacio, preguntándome cómo han podido pasar tan rápido los días aquí. Como si la velocidad de mi paso hiciese que el tiempo se parase o corriese más despacio. Ese sabor agridulce de la felicidad. Mi última parada es Times Square. Un café en La Colombe y un rato de escritura en Bryant’s park antes de coger el autobús hacia Newark es mi forma de despedirme de mi ciudad. El sol ya se ha escondido entre los rascacielos.
Los neoyorquinos disfrutan de un concierto de música clásica frente a la biblioteca pública. Pero una vez más, la ciudad vuelve a sorprenderme. ¿Qué hacen un americano, una china, un indio y una española esquivando a los transeúntes mientras maleta en mano corren hacia Penn Station? Cosas que solo te pueden pasar en NY- parte 1. La magia de NY es que nunca estás a salvo de vivir una aventura, de sorprenderte viviendo algo inesperado, exento de cambiar de planes y de improvisar la vida, y eso es lo que esta hace que valga la pena.
Becca Lago