Las heridas emocionales se forjan en la infancia
Inconscientemente, cuando somos niños, aquellas experiencias que vivimos con nuestros padres, nos marcan, muchas veces, de manera inconsciente. El apego que desarrollamos con nuestra madre, o la presencia o la ausencia de nuestro padre, por ejemplo, puede hacer que aprendamos una serie de patrones de los que no somos del totalmente conscientes, sobre nuestra forma de relacionarnos, que más adelante se verán reflejados en nuestras relaciones con los demás, sobre todo, en las relaciones de pareja.
Como psicóloga, centrada sobre todo en el empoderamiento femenino, me gusta informarme y seguir aprendiendo sobre esta serie de temas, y sobre aquello que afecta al bienestar presente, para posteriormente intentar ponerle remedio y así potenciar la felicidad de las personas, de las mujeres.
Hace poco leí algo que me resultó muy interesante, de lo cual hablaba la corriente psicoanalítica de la psicología.
Partiendo de la base de lo comentado hasta este momento, los individuos llevamos con nosotros en nuestro bagaje emocional una serie de heridas inconscientes, forjadas durante la infancia.
Cuando conocemos a una persona y automáticamente sentimos cierta atracción o apego hacia a ella, aun sin conocerla, se ha visto que aquello que activamos entonces es un reflejo de aquellas heridas emocionales de las que hablábamos. Vemos, en el individuo, alguna característica que nos recuerde a la relación herida con nuestros padres y automáticamente activamos esa dependencia emocional. Por ello, si lo que queremos es desarrollar una relación saludable, a diferencia de la creencia popular de quedarnos a vivir una relación de pareja con esa persona, lo que deberíamos hacer es, en cambio, salir de ahí. Retroceder un paso y analizar qué características o comportamientos hemos podido ver a esa persona que puedan parecerse a alguno de nuestros progenitores o heridas emocionales: ¿es una persona emocionalmente distante? ¿Una persona que no se muestra disponible?
El ser humano tiende siempre a huir del dolor, como mecanismo de supervivencia. Por ello, muchos de nosotros nos alejamos de aquello que nos hace sentir mal, como puede ser nuestra familia, al recordarnos las heridas emocionales que no hemos sanado, o incluso una relación de pareja estable, por el miedo a entregarnos y que nos abandonen, de nuevo.
Los individuos con apegos inseguros o ambivalentes, tienden, por un lado a necesitar una persona a su lado y saltan de relación en relación, pues por un lado, no quieren estar solos, pero, por el otro, tienden inconscientemente a boicotear la relación. Esto se debe a que les asusta, por encima de todo, ser abandonados, por ello, como mecanismo de defensa abandonan antes de tiempo la relación, para que no sea la otra persona la que lo haga. El rechazo es uno de sus grandes temores.
Por ello, es importante profundizar en nuestros patrones de comportamiento, ¿se repiten ciertos problemas en mis relaciones de pareja? ¿Cómo me comporto en las relaciones? ¿Qué suelen decir de mi mis parejas? ¿Me siento identificado o identificada con alguna de estas ideas?
Para poder solucionar esas heridas emocionales y esos patrones poco saludables de comportamiento es importante, primero de todo, hacernos conscientes de ellos, para luego normalizarlos, y por último buscar una solución con la ayuda de un profesional.
Recuerda, cada día es una nueva oportunidad para construir una versión mejorada de ti mismo.
Empieza hoy.
Mañana, dentro de un mes y dentro de un año, estarás 365 pasos más cerca.
Becca Lago