Querido 2022
Gracias.
Gracias por cada sonrisa que me has robado, reflejada en un rostro ajeno.
Por cada lágrima de felicidad que me has hecho brotar.
Gracias por cada cambio de guión que me ha hecho aprender a improvisar la vida, y a disfrutar surfeando las olas en cada tormenta.
Gracias por dejarme ver el arcoíris, cada día de lluvia.
Por recordarme que no hay cielo más azul que aquel que brilla después de una tormenta, y que, detrás de las nubes, el cielo, siempre sigue brillando celeste.
Gracias por los amigos que me has regalado,
Y por las personas que han salido de mi vida una vez han cumplido su misión de enseñarme algo.
Gracias por ayudarme a desarrollar esa confianza en mi misma que me ha permitido confiar en la fuerza de mis alas y echar a volar.
Y sobre todo, por las personas que se han alegrado con mi vuelo y la perspectiva de la belleza desde aquí arriba, volando libre hacia mis sueños.
Gracias por la sabiduría de distinguir cuándo cerrar una puerta a tiempo, antes de que la corriente del pasado alborote y ponga patas arriba el presente.
Gracias porque un año más, no falta nadie a la mesa.
Gracias por recordarme que las personas no se pierden, sino que somos nosotros quienes las decidimos perder, o son ellas las que deciden perdernos a nosotros.
Gracias, porque he aprendido a soltar aquello que no puedo controlar, y así aligerar el peso de mi mochila emocional.
Gracias porque he aprendido a minimizar, a cerrar ventanas y no dejarlas abiertas para más tarde, pues toda esa multitarea no hace más que desconcentrarme del momento presente, impidiéndome disfrutarlo como este se merece, preservando así la batería de mi paz mental antes de entrar en modo de ahorro de energía.
He aprendido que en el presente no hay preocupaciones ni ansiedad, que estas solo le pertenecen al futuro, y por tanto, sintonizar con el presente es perder la conexión con la ansiedad.
He aprendido a valorar aquello que tengo, y dejar de anhelar aquello ‘que me falta’, pues el verdadero éxito es aprender a querer aquello que somos, aquello que tenemos, y no a alcanzar aquello que creemos querer. Descartar vidas que nunca viviremos, y vivir conscientemente la vida que tenemos, es un gran alivio para la paz mental.
Dejar ir versiones de nosotros mismos que nunca nos pertenecieron ni nos pertenecerán, y sueños que nunca se harán realidad. Escoger qué queremos vivir y comprometernos con ello, renunciando a todo lo demás.
Renunciando sin lamentarnos por nuestra elección.
Comprometiéndonos con aquello que decidimos escoger.
Las últimas noches del año he decidido ser mi propia protagonista, la artífice de mi propia felicidad. No necesitamos a nadie más que a nosotros mismos para ser felices.
La felicidad no se encuentra en el exterior sino en el interior, la felicidad es un estilo de vida, es una elección.
Por ello, para este año, decido recordar que mi felicidad depende solo de mi misma.
De como decido afrontar aquello que no puedo cambiar ni controlar.
Si solo podemos cambiar nuestra forma de afrontar, ¿qué más necesitamos entonces para ser felices?
Somos los pilotos hacia nuestra felicidad.
Gracias 2022.
Bienvenido 2023.