Nuestro yo diez años después: de los 16 a los 26
¿Cómo nos imaginábamos nuestro yo hace diez años? ¿Se corresponde con aquello que somos hoy en día? ¿Qué caminos tan diversos hemos tomado los jóvenes adolescentes llenos de sueños de futuro? ¿Cuántos de nosotros hemos cumplido nuestro sueño o vivimos aquella vida con la que soñábamos?
Recuerdo un proyecto que nos hicieron hacer en el colegio, en aquella asignatura que me introdujo a la psicología, Transición a la vida adulta: ‘Cómo te visualizarías a ti misma dentro de 10 años’. O aquel otro en la asignatura de Religión con nuestro carismático profesor Jaime: ‘La autorrealización, como llegarías a ella’. Proyectos que durante esa etapa adolescente de cambio, en la que empieza a formarse la personalidad te obligaban a reflexionar, a bucear dentro de ti mismo, y a salir a la superficie para observar a tu alrededor, intentando descifrar aquellos sueños y objetivos que no nos pertenecen a nosotros sino a la cultura que nos rodea o a nuestros padres, y en cambio, discernir entre aquello que nosotros mismos queríamos.
Muchas y muchos de nosotros soñábamos en aquel entonces con el amor, con una casa con jardín, con realizar algún trabajo extraordinario que no siempre nos aportaría beneficio.
La adolescencia es la última etapa antes de dejar atrás la infancia. En ella todavía encontramos esos retazos de ilusión, de inocencia, donde todavía todo es posible, donde importa más la felicidad que el dinero o la necesidad.
En aquel momento todavía creíamos que seguir aquello que soñamos era lo más importante. Nos veíamos a nosotros mismos habiendo conquistado grades cosas en el transcurso de esos diez años. Todavía no habíamos entendido la dificultad de la vida, y los imprevistos que surgen en el camino. Nos veíamos dentro de 10 años como adultos, con familias formadas y trabajos estables, pero habiendo ya recorrido el mundo y habiéndonos enamorado infinitas veces.
Pero no todo se cumple. Pero a veces es mejor que no lo haga y que la vida nos sorprenda.
Pues es en su forma de sorprendernos cuando descubrimos cosas de nosotros que desconocíamos. Y puede que nos gusten. Puede que esos imprevistos conduzcan nuestra vida por rincones que nunca habíamos creído o imaginado. Y puede que nuestros sueños cambien.
Diez años después, no me arrepiento de los caminos por los que me ha llevado la vida con las decisiones que fui tomando. Descartando ciertos caminos, preguntándome siempre qué hubiera pasado si… pero escogiendo otros que guardaban regalos entre paso y paso.
Diez años después espero que tus sueños no se hayan alejado tanto como para que no puedas alcanzarlos, y que ese niño que llevábamos dentro no se haya perdido en uno de esos caminos siguiendo aquellos sueños imposibles.
Diez años después agradezco en la persona en la que me he convertido. Una mujer empoderada, fuerte, inteligente, segura de sus pasos, de aquello que quiere, con la valentía de cumplir su sueño cada día. Habiendo recorrido varios países y continentes, y escrito muchas palabras, habiendo conocido grandes personas y lecciones durante el camino.
Espero que estés orgulloso u orgullosa de la persona en la que te vas convirtiendo. Y recuerda, nunca es tarde para redireccionarte, ni para seguir esos sueños que tienes guardados en un cajón.
Becca Lago