Nunca sabemos lo que las aventuras nos depararán cuando las iniciamos. Las aventuras están llenas de emociones, de subidas y bajadas, de parones y acelerones. Están llenas de sonrisas y de lágrimas. Pero sobre todo, aquello que las hace de verdad interesantes, son las personas que nos acompañan en el camino.
Hoy dejo que hablen solamente nuestras miradas.
Cuando llega el momento de la despedida, ese que intentamos alargar, posponer lo máximo posible, te cojo de la mano y te miro a los ojos. Las mascarillas nos impiden dar un paso más. Pero nuestros ojos hablan. Recuerdo tu mirada intensa, con lágrimas en los ojos, en los tuyos, en los míos y te abrazo, una, dos y tres veces. Te abrazo fuerte.
Te miro y aunque ya no formes parte de mi vida, una parte de mi, aquellos recuerdos que compartimos, esa persona que solía ser a tu lado, aquella que has despertado con el perfume que solías usar, se asoma, y mira a través de mis pupilas, y vuelve a reconocer a esa persona, a esa mirada en la que tantas horas se perdía.
Por un momento aquellos que tú y yo fuimos, aquel nosotros, vuelve a asomarse en nuestras miradas, y durante unos segundos interminables, volvemos a encontrarnos, y a decirnos con la mirada aquello que nuestras bocas callan, aquello que hace tiempo dejamos de decirnos. Por un momento volvemos a ser tú y yo, sin tiempo y sin espacio. Esas dos personas con recuerdos en común. Y los sentimientos que nos guiaban. Por un momento deseo besarte, abrazarte, no soltarte. Por un momento tengo que contener mis lágrimas. Esas que dicen que siempre te he querido, y siempre te querré. Entre la cordialidad y lo que dejamos de ser.
Por un segundo me siento feliz de tenerte a mi lado, de lo que la vida nos entregó, esta oportunidad, estos recuerdos.
Puede que no volvamos a vernos. Todo habrá cambiado para ambos la próxima vez que lleguemos a vernos. Pues así es la vida, un tiempo que no deja de avanzar. Pero nadie nos podrá quitar estos recuerdos.
Hoy, en el día de San Valentín, me doy cuenta de lo que significa amor verdadero. El amor es la complicidad que une dos miradas que llevan mucho tiempo distanciadas, y en el reencuentro parece como si nunca hubieran dejado de mirarse. El amor está en las miradas. Como decían ‘The eyes, chico, they never lie’. Y es cierto. Amor es aquello que te une cuando nada más lo hace. Amor es, no importa el tiempo, el espacio, y la vida que haya pasado, lo que permanece y no se disuelve. El amor es la complicidad sin palabras, son las lágrimas que asoman en las despedidas. Es la chispa que surge al tocar su mano, sin necesidad de nombres o etiquetas. Es el olor de su perfume, es la risa que se te escapa cuando un recuerdo vuestro se cuela entre tus pupilas como un nítido fotograma. Es alegrarte por sus logros, y darle la mano cuando sabes que la necesita aunque no te pida su ayuda. Es estar ahí, a pesar del pasado, y del presente, sin esperar un futuro. Es poder ser tú misma, es reconocerte en los ojos de la otra persona. El amor no son nombres, ni fechas, ni regalos. El amor no se ve, pero se siente. El amor no se puede fingir, te inunda. El amor puede permanecer dormido, pero no muere, no desaparece.
Feliz San Valentín a todos aquellos que aman. En silencio. Que aman a esa persona que ya no está físicamente en su vida, pero la llevan en el pensamiento y en el corazón. Feliz San Valentín a quienes no pierden la esperanza, a quienes siguen creyendo en el amor a pesar de todo. A aquellos que han entendido que amarse a uno mismo es el primer paso para amar a otra persona. A quienes saben que lo importante no es quererse más, sino mejor. A todos aquellos que siguen luchando, que entienden que muchas veces, escogerse a uno mismo es la mejor muestra de amor -propio-, pues a veces, se necesita más fortaleza para soltar, para dejar ir, que para quedarse y seguir aguantando. Feliz san Valentín a todos, y en especial a ti.
Becca Lago